El aguacate que se cultiva en nuestra región es de origen subtropical. Todos los cuidados que se brinden a estas plantas, por lo tanto, deben ser realizados desde esta perspectiva.
En algunos cultivos, tras la recogida de la cosecha se realizan las podas, por ejemplo en el caso del olivo, que tiene lugar en invierno. En otros cultivos de hoja caduca, las podas se pueden realizar tanto en primavera como en invierno, cuando los árboles entran en dormición.
Sin embargo, en el caso de los subtropicales, y concretamente el aguacate, esto no funciona de la misma manera. El aguacate no acepta bien las podas en momentos de bajas temperaturas.
Tras una poda, dentro de las plantas se produce una serie de procesos en los que el árbol tiende a equilibrarse de nuevo. Al contar con menos ramas, todo el alimento que tenía destinado a esos tejidos, que ya no están, se acumulan y pueden producir un estimulo para intentar brotar. El árbol se «reaviva» en un momento en que, si la temperatura baja (no es necesario que baje de 0º), se produce un daño en esas yemas que quieren brotar.
Esto, además, puede afectar a la capacidad de brotación que tendrá lugar en primavera, ya que el árbol ha gastado energía en intentar brotar en invierno y no solo no ha podido, sino que ha desperdiciado energía e incluso, dependiendo de la temperatura, ha sufrido daños. Todo esto repercute finalmente, en mayor o menor grado, en la cosecha del año siguiente.
Se aconseja que las podas se realicen en primavera, a flor vista. De esta forma, se evitan daños, y las flores que se pierdan en las ramas cortadas se compensarán con cuajes en las ramas que queden.
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